Indiferencia
Preservar o perder la fecundidad; disponer o carecer de agua y alimentos, son la diferencia entre sobrevivir o extinguirse; sobrepoblar o despoblar el planeta Tierra; son la diferencia entre la vida y la muerte de la especie humana y de otras especies en el planeta Tierra sometido por la humanidad a enorme carga sin considerar que nuestras reservas ecológicas son finitas.
La tasa de fecundidad general es el índice que refleja la cantidad nacimientos anuales por cada mil mujeres de 15 a 49 años de edad. Si en un pueblo donde hay 2000 mujeres de 15 a 49 años de edad, nacen 100 niños en un año, la tasa de fecundidad general en ese pueblo sería de 50 nacimientos. Grupo Banco Mundial y de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), muestran que la tasa de fecundidad actual es de 1.7 nacimientos por mujer en países desarrollados; 2.7 nacimientos por mujer en países en vías de desarrollo; y 4.5 nacimientos por mujer en países subdesarrollados del mundo.
En el artículo 16 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se afirma que el hombre y la mujer tienen derecho a casarse y a tener descendencia para formar familia, pero si este derecho se ejerce sin restricciones, podría vulnerar otros derechos humanos como el derecho a la calidad de vida establecido en el artículo 25 de esta misma Declaración Universal de los Derechos Humanos debido a la escasez que causa la descendencia humana numerosa.
Más de siete mil millones de habitantes en el año 2019, estamos sometiendo al planeta Tierra a un enorme "estrés”. La población aumenta a tasas que los recursos ambientales no pueden sostener. El crecimiento poblacional rebasa las expectativas sobre calidad de vida; gran parte de la producción fotosintética primaria de los ecosistemas terrestres es utilizada por la humanidad para producir alimentos y alimentarse; la especie humana consume más que el conjunto de todas las otras especies en el planeta Tierra. En el año 2050 podríamos llegar a más de nueve mil millones y, en el año 2100, a más de trece mil millones de habitantes en el planeta Tierra. Cada año se suman a la población mundial alrededor de 70 millones de personas; es largo el tiempo que transcurre entre el inicio de un programa de control de la natalidad y el descenso de la población.
Las proyecciones demográficas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) indican que a fines de siglo XXI la población mundial comenzará a disminuir debido a que las familias dejarán de tener la cantidad de hijos que sería suficiente para remplazar las muertes, pero mientras tanto, el crecimiento poblacional aumenta y, nuestros intentos por mejorar nuestro entorno resultan interminables. El crecimiento poblacional desmesurado está imponiendo enorme carga a nuestras reservas ecológicas finitas, a nuestras vidas, a nuestra economía. La reducción de la población mundial a fines del siglo XXI ocurrirá cuando la fecundidad sea de 1.97 hijos por mujer. África que hoy tiene 4.72 hijos por mujer pasará a 2.14. Estados Unidos y Europa están desde 1980 por debajo del nivel de reemplazo con 1.77 y 1.98 hijos por mujer respectivamente.
¿La humanidad está en peligro de extinción? John B. Casterline, director del Instituto de Investigaciones sobre Población de la Universidad Estatal de Ohio, responde que si la extinción de la humanidad ocurriera debido sólo a la disminución de la fecundidad, sin intervención de una catástrofe medioambiental o de una guerra nuclear, tendrían que pasar muchos siglos. Si una generación dejará de tener hijos, la extinción ocurriría en el transcurso de cien años.
La despoblación trae consigo beneficios como la disminución del riesgo de hambrunas; mejoramiento de la situación medioambiental; mayores oportunidades de empleo con mejores ingresos, mejor calidad del agua, pero trae consigo también perjuicios como las consecuencias del envejecimiento; la escasez de trabajadores jóvenes; exigencias mayores en el campo de la salud pública.
Una mayor producción de alimentos fomenta el crecimiento poblacional que a su vez requiere un incremento adicional en la producción de alimentos para satisfacer las necesidades de la sobrepoblación. Este círculo vicioso se rompería violentamente cuando el ritmo de producción de alimentos sea necesariamente inferior al ritmo de crecimiento poblaciónal exponencial porque se ha superado la capacidad de producción en el planeta Tierra debido al deterioro ambiental.
Sin agua el desarrollo sostenible sería imposible. El agua es fundamental para la supervivencia humana, el desarrollo socioeconómico, la producción de energía y de alimentos, y la existencia de ecosistemas saludables. El agua es crucial en la adaptación al cambio climático, y es vínculo entre sociedad y medioambiente.
El crecimiento exponencial de la población mundial, genera necesidad de conciliar la competencia entre las demandas para obtener agua suficiente en las comunidades. El agua y los sistemas de saneamiento deben estar unidos, porque ambos son vitales para reducir la incidencia de enfermedades, mejorar la salud y como consecuencia la productividad en las poblaciones.
De acuerdo con información de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), dos mil millones de personas carecen de acceso a servicios de agua potable gestionados de manera segura (OMS/UNICEF 2017); 4.5 billones de personas carecen de servicios de saneamiento gestionados de forma segura (OMS/UNICEF 2017); 340 000 niños menores de cinco años mueren cada año por enfermedades diarreicas (OMS/UNICEF 2017); la escasez de agua afecta a cuatro de cada 10 personas (OMS); el 90% de los desastres naturales están relacionados con el agua (UNISDR); 80% de las aguas residuales retornan al ecosistema sin ser tratadas o reutilizadas (UNESCO, 2017); alededor de dos tercios de los ríos transfronterizos del mundo no tienen un marco de gestión cooperativa (SIWI); la agricultura representa el 70% de la extracción mundial de agua (FAO); 75% de las extracciones totales de agua industrial se utilizan para la producción de energía (UNESCO, 2014).
Todo en la naturaleza está vinculado, interrelacionado: las orugas son necesarias para que existan las mariposas, pero algunas personas exterminan las orugas en su jardín y luego se quejan de que hay pocas mariposas. La ignorancia y el egocentrismo de la humanidad son la causa del deterioro ambiental que pone en riesgo nuestras vidas y es consecuencia de la disminución de nuestra calidad de vida en el planeta Tierra donde las formas egocéntricas que hemos desarrollado para vivir, corresponden a nuestros fracasos debido a que la especie humana y otras especies formamos parte de un todo interconectado: lo que hago te afecta; lo que haces me afecta.
La humanidad se muestra indiferente frente a la responsabilidad social y, mientras no haya reconocimiento de la responsabilidad con el semejante, los ideales colectivos serán irrealizables y sustituidos por el egoísmo y la inhumanidad.
Somos la generación que arruinó nuestro planeta Tierra y, somos la única y última generación que puede salvar nuestro planeta Tierra.
Somos la generación que arruinó nuestro planeta Tierra y, somos la única y última generación que puede salvar nuestro planeta Tierra.
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