Jane Goodall



Durante 50 años observando detalladamente a los simios, Jane Goodall revolucionó nuestro conocimiento sobre la conducta de los chimpancés. Hace cincuenta años, Jane Goodall, una esbelta joven inglesa caminaba por una reserva de bosques tropicales en Gombe, Tanzania, cuando se encontró frente a una silueta oscura encorvada sobre un nido de termitas. Era un gran chimpancé macho que buscaba comida. Jane Goodall se detuvo y observó al chimpancé mientras el chimpancé tomaba cuidadosamente una ramita, la doblaba, le quitaba sus hojas y la metía en el nido de termitas como si fuera cuchara. El chimpancé sacaba del nido la ramita llena de termitas que ponía en su boca para comerlas. Fué una observación científica relevante atestiguar como una criatura que no era humano, no sólo usaba, sino fabricaba una herramienta en ese momento para comer termitas. “Supe que la característica para definir a los humanos, no es su capacidad para utilizar y fabricar herramientas como me habían dicho en la escuela” dijo Jane Goodall quien envió telegrama a su jefe Louis Leakey, explorador y coleccionista de fósiles, con la noticia. La respuesta de su jefe Louis Leakey fué: "ahora debemos redefinir lo que es un humano y lo que es una herramienta, o aceptar a los chimpancés como seres humanos".

Las observaciones subsecuentes de Jane Goodall encontraron que los “Pan troglodytes” o Chimpancés, no solo fabrican y usan herramientas, sino que se abrazan y se besan; experimentaban en la adolescencia; desarrollan fuertes vínculos maternales; usan la chicanería política al presumir, fanfarronear, alardear de una posesión o de una cualidad propia para conseguir lo que quieren; hacen la guerra y eliminan a miembros de su propia especie con brutalidad casi genocida observó Jane Goodall poniendo a la humanidad frente al espejo porque muchos de los comportamientos humanos que alguna vez se pensaron exclusivamente humanos, podrían haber sido heredados de los simios, antepasados ​​de los humanos “Homo sapiens” hace millones de años. Las observaciones de Jane Goodall se mostraron en el Festival Cinematográfico de Berlín con el estreno del documental de Lorenz Knauer “Jane's Journey”.

Jane Goodall, estuvo en Gombe hace cinco décadas: su largo cabello rubio se ha vuelto gris plateado. Hoy a la edad de 76 años Jane respira tranquilidad y confianza mientras viaja por el mundo promoviendo causas ecológicas a través del “Instituto Jane Goodall” que ella fundó en 1977 para promover la investigación en Gombe y proteger a los chimpancés y sus hábitats. En 1960, Jane Goodall era apenas una pionera científica con pocas probabilidades; no tenía adiestramiento académico y habiendo crecido en la clase media de Bournemouth Inglaterra en los años de la posguerra, se esperaba que Goodall fuera solo esposa y madre. Pero Goodall tenía dos pasiones: amor por los animales y por África: "mi amor por los animales surgió de los libros del Dr. Dolittle y mi amor por África de las novelas de Tarzán. Recuerdo que mi madre me llevó a ver una película de Tarzán protagonizada por Johnny Weissmuller y lloré porque la película no había sido lo que yo había imaginado", recuerda Goodall.

Antes de iniciar su proyecto con simios, Jane Goodall estuvo en Kenia donde se unió a una amiga y tomó un trabajo como mesera para reunir fondos para viajar a Gombe. En Nairobi, Goodall fue presentada a Louis Leakey, un científico cuyos descubrimientos de fósiles habían mostrado que los orígenes de la humanidad estuvieron en África, no en Asia como se supuso. Leakey buscaba a alguien para estudiar chimpancés en la naturaleza y encontrar evidencia de la ascendencia compartida entre humanos y simios en África. Estudios anteriores se realizaron en primates cautivos, pero Leakey creía que sería mucho mejor estudiarlos en la naturaleza y que Goodall sería la observadora perfecta, "con mente despejada e imparcial" lo cual fué cierto. Leakey encontró agradable la presencia de Goodall  y la bombardeó con propuestas de amor, pero Jane Goodall dijo "no, gracias". La amistad entre Goodall y Leakey sobrevivió al incidente; Goodall se fue a Gombe a estudiar a sus chimpancés y Leakey seleccionó a las investigadoras Dian Fossey y Birute Galdikas, para estudiar gorilas y orangutanes.

La vida de Goodall fue relativamente pacífica en Gombe, en la orilla Este del lago Tangañica, al norte de Kigoma. Llegó con su madre porque las autoridades locales estaban convencidas de que una joven inglesa no debía vivir sola en el Congo donde acababa de estallar en una guerra civil. Kigoma,un puerto de Tanzania occidental, en la orilla Este del lago Tangañica, cerca de la frontera con Burundi y República Democrática del Congo, estaba lleno de refugios. No había adónde ir. Goodall y su madre tuvieron que poner su tienda de campaña en un campamento de prisioneros porque les dijeron que allí era el lugar más seguro y no les permitieron trasladarse a Gombe hasta varias semanas después. Finalmente las dos mujeres y su cocinero, llegaron a Gombe donde Goodall comenzó el difícil trabajo de conseguir que los chimpancés de Gombe la aceptaran. “Recuerdo mi primer día, mirando desde la orilla del lago hacia el bosque, oyendo a los monos y a los pájaros, percibiendo el aroma de las plantas, pensando que eso era irreal. Comencé a caminar por el bosque y tan pronto como un chimpancé me vió, escapó", dijo Goodall. Al cabo de unas semanas, un chimpancé macho a quien Goodall llamó “David Barba Gris” por su barbilla grisacea, le permitió a Goodall acercarse mientras buscaba comida. Fue “David Barba Gris” a quien Goodall más tarde vió hacer la herramienta para obtener termitas.

Goodall obtuvo en 1965 su doctorado en Etología por la Universidad de Cambridge y aseguró que “los científicos cometen un error grave al decir que los animales, particularmente los chimpancés, estrechamente relacionados con los seres humanos, no tienen personalidades ni sentimientos. ¿Cómo pueden compartir su vida con un perro o con un gato sin darse cuenta o negando que los perros y gatos tienen personalidades, mentalidades y sentimientos, lo sabemos y creo que todos y cada uno de esos científicos también lo sabían, pero como no lo podían probar, no hablaban de eso”. En 1964 Goodall se había casado con el fotógrafo de vida silvestre Barón Hugo van Lawick y se convirtió en la baronesa Jane van Lawick-Goodall. Tres años más tarde, la pareja tuvo un hijo, Hugo, conocido como “Grub” que se crió en Gombe. La presencia de madres chimpancés tuvo influencia considerable en la formación de Hugo. "Hay características que definen a una buena madre chimpancé", dijo Goodall "es paciente, protectora pero no es demasiado protectora - eso es realmente importante; es tolerante, pero puede imponer disciplina; es cariñosa y juega, pero lo más importante de todo: ella es apoyo para su hijo. Goodall compara el buen desempeño de la madre chimpancé “Flo” con el mal desempeño de la madre chimpancé “Pasión” que caminaba delante de su hijo lloriqueante que trataba frenéticamente de subir en las espaldas de su madre para transportarse. Por el contrario, la hija de la madre chimpancé “Flo” era una adolescente notablemente segura y relajada que disfrutaba de una relación amistosa con su madre afirma Goodall. Los registros de las observaciones de Goodall se encuentran en su libro “A la sombra del hombre”.

Van Lawick y Goodall se divorciaron y Goodall se casó con Derek Bryceson, entonces director de los parques nacionales de Tanzania. En 1978 la muerte de Derek Bryceson por cáncer dejó a Goodall devastada. En esa época Goodall notó que se estaba produciendo una división entre los chimpancés de Gombe. Se crearon dos grupos: un nuevo grupo relativamente pequeño que se estableció en el sur y dejó la parte norte bajo control de la población original de chimpancés en Gombe. "Cuando la comunidad original de chimpancés en el norte se dió cuenta que ellos eran más fuertes y numerosos, atacaron al grupo de separación en el sur; fueron ataques de extraordinaria brutalidad; los chimpancés masculinos golpearon salvajemente a sus víctimas y los dejaron a morir de terribles lesiones; hicieron cosas a sus compañeros chimpancés que nunca hubieran hecho dentro de su comunidad; atacaron como cuando matan a un animal de presa; el suceso fue equivalente al que se presenta en la especie humana cuando se desea deshumanizar al enemigo, preludio frecuente de una atrocidad. La guerra fue un desastre, fue horrible, no sólo para los chimpancés, sino para mí que creía que los chimpancés eran mejores que nosotros humanos pero fue sorprendente ver lo que se hicieron uno al otro, fue terrible", dijo Goodall. Ahora sabemos gracias a Goodall que hay una profunda similitud y paralelismo en algunos aspectos entre humanos “Homo sapiens” y chimpancés “Pan troglodytes”, aún cuando existen diferencias cruciales entre chimpancés y humanos: los chimpancés se comunican abrazándose, dando palmaditas, mirando, y tienen muchos sonidos, pero no pueden sentarse a discutir sobre cosas que no están presentes. Esto nos lleva al centro de los descubrimientos de Goodall sobre la naturaleza del chimpancé y la comprensión de la naturaleza humana donde el lenguaje verbal en los humanos desarrolla el intelecto. "El cerebro de un chimpancé y el cerebro de un humano no son tan diferentes anatómicamente, pero el lenguaje verbal humano ha impulsado el desarrollo cerebral humano. Los chimpancés hacen todo tipo de cosas que pensábamos que sólo los humanos podíamos hacer, como la fabricación y uso de herramientas, la generalización, el aprendizaje y el lenguaje de signos, pero frente al humano, el chimpancé más brillante parece un niño muy pequeño”, dijo Goodall.

Hemos aprendido mucho de los chimpancés gracias al trabajo que Goodall comenzó hace 50 años en Gombe, y a otros proyectos de observación de chimpancés que surgieron como resultado de los estudios de Goodall. La tragedia es que muchos de estos proyectos están amenazados por el actual declive catastrófico de la población de chimpancés en África, la destrucción de su hábitat y el comercio de carne de animales silvestres. De esta forma estamos perdiendo oportunidad de aprender acerca de culturas únicas, pues la conducta de los chimpancés varía de un lugar a otro, así como la forma en que atrapan termitas se transmite entre adultos y jóvenes. Las implicaciones de esta tragedia para la ciencia y para la comprensión humana de nosotros mismos son profundas. Stephen Jay Gould deja claro lo siguiente en su introducción a la edición revisada de Goodall “In the Shadow of Man” (“A la sombra del hombre”):  "realizando análisis sobre  nosotros mismos no conoceremos nunca aspectos importantes de nuestra especie humana ni de nuestras capacidades que reflejan una herencia evolutiva y nuevos rasgos socialmente adquiridos. Los chimpancés es lo mejor que tenemos en la naturaleza para explorar esta cuestión central”.  Sin embargo, a la tasa actual de destrucción del hábitat de los chimpancés, es probable que estas maravillosas criaturas desaparezcan y el gran experimento natural llegue a un final abrupto sólo unas cuántas décadas después de que Goodall comenzó su trabajo. De aquí los esfuerzos de Goodall para aumentar la conciencia humana sobre esta tragedia y su participación en proyectos internacionales como “Roots & Shoots”, dirigido a la juventud ambientalista que desea proteger los hábitats africanos y los hogares de chimpancés. "Al final del día creo que podremos hacerlo porque en todos los lugares donde voy hay jóvenes con ojos brillantes que quieren decirle a la Doctora Jane Goodall lo que están haciendo para mejorar la naturaleza y el medio ambiente del mundo”.

Autor: Jorge Alejandro DelaVega L.

Fuente: “The Guardian”. El artículo original en inglés, se encuentra en:

https://www.theguardian.com/science/2010/jun/27/jane-goodall-chimps-africa-interview

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Desigualdad

Ursalim