Ciudad Ideal



En este ensayo se consideran concepciones de ciudad ideal expuestas por Platón, Aristóteles, San Agustín y Tomás de Aquino.

¿Cómo sería la ciudad ideal?

Para Platón la ciudad ideal era aquella que podría reflejar universalidad e individualidad. En “La República”, Platón describía la ciudad ideal basada en una universalidad de la justicia y de la virtud humana; una organización social y política que permitiría a los individuos expresar sus potencialidades y servir a sus conciudadanos conforme a leyes y verdades universales. La ciudad ideal para Platón debía ser gobernada en cinco niveles: 1) Un gobierno aristocrático de reyes filósofos. 2) Un gobierno que llamó timocracia, ejercido por una élite privilegiada de guardianes, o hombres fuertes. 3) Una oligarquía basada en la regla de "por unos pocos". 4) y 5) Una democracia y una tiranía representando el gobierno de las mayorías. La ciudad ideal tenía que estar “iluminada” por altos principios universales donde sólo individuos comprometidos con esos principios universales serían capaces de proteger y preservar estos principios para el bien común al gobernar la ciudad ideal donde convertirse en rey filósofo, gobernante ideal, implicaba un curso de estudio riguroso que se extendía durante media vida; el gobernante ideal era asignado por un llamado interior “daimon”, no por privilegio.

Aristóteles basó su visión en Platón, pero criticó la naturaleza idealista de Platón. Aristóteles creía que la república de Platón nunca podría existir en el mundo real porque era demasiado idealista. Quizá Aristóteles leyó “La República” de Platón muy literalmente. La obra de Platón fué considerada por Aristóteles como una obra de filosofía moral, no como un tratado político. Aristóteles trató de hacer más prácticos los ideales de Platón. En opinión de Aristóteles había tres formas básicas de organización política: 1) La regla del uno. 2) La regla de los pocos. 3) El gobierno de los muchos. La primera forma, en el mejor de los casos condujo a la monarquía y en su peor momento, a la tiranía. La segunda, en el mejor de los casos condujo a la aristocracia y en su peor momento a la oligarquía. La tercera, en el mejor de los casos condujo a algo que llamó “politeia” y en su peor momento a la democracia.

Aristóteles sostenía que la monarquía y la aristocracia eran formas ideales de gobierno porque eran prácticamente imposibles de lograr. Por esto inventó una tercera forma que se basaba en las fuerzas únicas de ambos: “politeia” que combina el imperio de la ley y la regla de unos pocos. Fué en esta fórmula donde se incluían elementos clave de Platón, como la tutela, la idea de autosuficiencia y el papel crítico del derecho y los hacía prácticos y alcanzables. Introdujo la propiedad de la tierra y la gobernanza como elementos cruciales en la ciudad ideal y, evitaba conceptos que consideraba poco realistas como la justicia distributiva y el gobierno voluntario.

Las ideas de Platón y de Aristóteles figuraron en el pensamiento político de San Agustín y de Tomás de Aquino, filósofos cristianos que al introducir “el derecho divino” dieron énfasis al mundo espiritual. De esta forma, la ciudad ideal que ya no se concebía como un sistema de arreglos puramente sociales y políticos, sino como un medio para alinearse con las leyes de Dios. La autoridad de los individuos fué puesta en Dios. La legitimidad era ahora una cuestión de derecho divino, no de virtud individual.

Para San Agustín, la idea de ciudad ideal tomó la forma de “ciudad de Dios"; una ciudad ideal a la que los seres humanos podían aspirar, donde era posible buscar inspiración y guía para resolver asuntos mundanos.

Para Santo Tomás Aquino, la ciudad ideal era algo que sólo podía ser comprendido por un monarca cercano a Dios, capaz de entender y de traducir la voluntad de Dios para todos aquellos que deseaban entrar al reino divino en el cielo. De esta forma, la ciudad ideal fue trasladada al mundo espiritual, un lugar divino para la humanidad que comprometía sus vidas al cristianismo.

La metáfora de la ciudad ideal sobrevivió, pero sus rasgos esenciales se transformaron radicalmente.

Autor: Jorge Alejandro DelaVega L

Fuente: Scott London 2017. Artículo original en inglés en:

http://www.scottlondon.com/articles/idealcity.html

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