Surgimiento del COVID-19
Los científicos no han identificado aún el punto exacto donde el virus SARS-CoV-2 se transmitió de animales a humanos y se presentó en la forma de COVID-19, pero una cosa está clara: ésta no será la última pandemia, indicaron expertos de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente que es la autoridad ambiental líder en el mundo.
Indicaron también que en las últimas décadas, las enfermedades zoonóticas transferidas de animales a humanos, han ganado atención internacional: el ébola, la gripe aviar, la gripe por el virus H1N1, el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS), la fiebre del Valle del Rift, el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), el virus del Nilo Occidental, el virus del Zika y el nuevo COVID-19 han causado pandemias o han amenazado con causarlas, y han dejado miles de muertes y grandes pérdidas económicas.
Según el informe "Fronteras 2016" del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), las zoonosis son oportunistas y prosperan cuando hay cambios en el medio ambiente, en los huéspedes animales o humanos, o en los patógenos. Las actividades humanas han alterado el medio ambiente; se ha fragmentado e invadido el hábitat de los animales; se han destruido zonas de amortiguamiento naturales que separaban a los humanos de la vida silvestre y, se han creado puentes para que los patógenos pasen de los animales a las personas.
Las emergencias por pandemia del virus Covid19 apresuraron los procesos históricos. Muchas personas esperan que una vez mitigada la crisis por el virus, sus vidas continuen a partir de donde las dejaron, pero quizá no sea así, porque nuestra vida cambiará; no simplemente en transformación de actitudes sino un cambio total en nuestro paradigma de vida.
Enfrentamos una crisis global. Quizá la mayor crisis de nuestra generación. Nuestras decisiones darán forma nueva al mundo. Habrá que saber no solo cómo superar la amenaza inmediata, sino también qué tipo de mundo habitaremos cuando la crisis por el virus haya pasado y, cómo viviremos en un mundo distinto.
La confianza es indispensable para lograr un nivel estable de cooperación mundial. La población necesita confiar en la ciencia, en las autoridades públicas, en los medios de comunicación. La confianza no se reconstruye inmediatamente, pero en los momentos de crisis y emergencia, las mentes cambian rápidamente y, de pronto, pueden descubrir la confianza y la amistad y conocer nuestra pequeñez y debilidad frente a la naturaleza, y reconocer la interdependencia entre la naturaleza y nosotros como gran familia humana en el planeta Tierra donde las fronteras que hemos construido, han sido inútiles frente a las fuerzas de la naturaleza que forman parte ineludible de nuestra integralidad. La naturaleza aporta lecciones mostrándonos cómo penetra en nosotros y en el mundo, sin prestar atención a nuestras diferencias humanas; sin respetar nuestras fronteras.
En solo diez semanas, un virus paralizó a la población y a la aviación en todo el mundo; colapsó los mercados bursátiles internacionales; inició una guerra de precios del petróleo entre la OPEP y Rusia; sometió a países enteros a establecer cuarentena; cerró escuelas, universidades y comercios en de todo el mundo y canceló eventos deportivos importantes. Sí, en menos de tres meses, el virus Covid19, nos ha dado una lección de responsabilidad mutua; nos ha mostrado que nuestras redes de seguridad y protección; nuestras ansias de poder y dominio, resultan inútiles cuando la naturaleza decide jugarnos una mala pasada como respuesta a las acciones humanas contra la naturaleza.
El Covid19 nos ha obligado también a reconocer dolorosamente el hecho de que los humanos estamos interconectados y somos interdependientes mundialmente y, que un virus que comenzó en Wuhan, China, puede matar a nuestros seres queridos en cualquier parte del mundo. Sin embargo, la naturaleza ha sido amable con nosotros porque hubiera podido enseñarnos mediante lecciones mucho más agresivas que ni siquiera imaginamos.
Nuestro estilo de vida ha provocado gran desequilibrio en la naturaleza. Dependemos de la naturaleza pero aún no lo entendemos. La naturaleza en el planeta Tierra no pertenece al hombre; el hombre es parte de la naturaleza en el planeta Tierra. Todo en la naturaleza fue creado de tal manera que incluso sus partes más pequeñas están intrínsecamente conectadas, aún cuando el ojo humano no pueda verlo. Los deseos, pensamientos y acciones humanas tienen influencia sobre la naturaleza, aún cuando no notamos el alcance de nuestra influencia y, algunas personas siguen creyendo que nuestra conducta y estilo de vida no tienen relación con el surgimiento del virus.
El COVID19 nos dejó sin aliento y nos obligará a iniciar un mundo nuevo. Optaremos quizá por una existencia más simple y profunda, menos egocéntrica y frenética que ha caracterizado a la humanidad hasta ahora. Frente a la desesperación, vacío e insatisfacción constantes, surgirá en nosotros quizá, un mejor sentido para el auto-escrutinio que nos permitirá percibir las formas nocivas en las que nos hemos desarrollado contra nosotros mismos destruyendo la naturaleza de la que somos parte.
La vida surge y se desarrolla en responsabilidad y cooperación mutuas. En nuestro cuerpo, la vida se sostiene mediante la cooperación entre órganos. Ningún órgano en nuestro cuerpo trabaja para sí mismo: la boca trabaja para que el esófago, el estómago y los intestinos trabajen; la nariz trabaja inhalando aire para que los pulmones y el corazón funcionen en interdependencia absoluta para mantener la vida. Cuando un órgano falla, otros organos pueden fallar también porque están interconectados entre sí. Así nuestros órganos mantienen la vida en nuestros cuerpos naturalmente.
En un mismo barco vamos todos, como en el Arca de Noé que es la naturaleza. Si algunas personas siguen haciendo agujeros al barco nos ahogaremos todos.
El COVID19 nos dejó sin aliento y nos obligará a iniciar un mundo nuevo. Optaremos quizá por una existencia más simple y profunda, menos egocéntrica y frenética que ha caracterizado a la humanidad hasta ahora. Frente a la desesperación, vacío e insatisfacción constantes, surgirá en nosotros quizá, un mejor sentido para el auto-escrutinio que nos permitirá percibir las formas nocivas en las que nos hemos desarrollado contra nosotros mismos destruyendo la naturaleza de la que somos parte.
La vida surge y se desarrolla en responsabilidad y cooperación mutuas. En nuestro cuerpo, la vida se sostiene mediante la cooperación entre órganos. Ningún órgano en nuestro cuerpo trabaja para sí mismo: la boca trabaja para que el esófago, el estómago y los intestinos trabajen; la nariz trabaja inhalando aire para que los pulmones y el corazón funcionen en interdependencia absoluta para mantener la vida. Cuando un órgano falla, otros organos pueden fallar también porque están interconectados entre sí. Así nuestros órganos mantienen la vida en nuestros cuerpos naturalmente.
En un mismo barco vamos todos, como en el Arca de Noé que es la naturaleza. Si algunas personas siguen haciendo agujeros al barco nos ahogaremos todos.
Nuestra conducta y estilo de vida tienen relación con el surgimiento del virus, agente infeccioso microscópico acelular invisible, constituido básicamente por material genético invisible, formado por moléculas de átomos de carbono y nitrógeno invisibles. Lo visible está hecho de lo invisible.
Autor:
Jorge Alejandro DelaVega L
socius.tribus@gmail.com
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